martes, 15 de octubre de 2019

Actos Académicos. Notables ausencias


Ser miembro de la comunidad universitaria otorga unos derechos y privilegios de los que ningún trabajador de otra institución pública puede presumir. Notoriamente, el hecho no menor de influir en su funcionamiento y su destino a través de la elección de sus muchos órganos académicos, en particular el de su máxima autoridad, el Rector. En mayor o menor medida, todos somos partícipes y responsables por tanto del devenir de la institución.

Pero los derechos acarrean siempre determinadas obligaciones, algunas explícitas, incluso reflejadas normativamente, y otras implícitas, no escritas, y por tanto de cumplimiento no obligado y sobrellevadas con cierto relajo.

Dentro de estas últimas se incluyen, desde mi punto de vista, la participación en aquellos actos académicos en los que la Universidad muestra a la sociedad su realidad, y los resultados conseguidos con el apoyo de ésta. De forma destacada, me refiero al acto de Apertura Solemne de curso,  a los de toma de posesión o promoción de nuevo personal, o también a los actos de reconocimiento, jubilación, y recuerdo a fallecidos.

Personalmente me gustaría que muchos más miembros de la comunidad, PAS y PDI acudieran a estos actos. He de reconocer sin embargo que no siempre resulta sencillo, y que la labor y compromisos diarios de cada trabajador no lo hacen fácil. Por experiencia sé que nuestra Universidad es, de las que conozco, una de las que más, por no decir la que más, invitados internos y externos congrega. Pero al menos sí que debería esperarse la presencia de todos aquellos que ostentan cargos académicos y administrativos, o también de representación.

En nuestra Universidad ello es generalmente así, con la recurrente excepción de aquellos que ejercen la representación sindical de los trabajadores, ya sean PAS o PDI. Resulta inexplicable que quienes se atribuyen, por delegación de todos nosotros, la representación y defensa de los derechos de los trabajadores no tengan a bien acudir cuando se reconoce la promoción, el nombramiento o, como en el pasado viernes 11, la jubilación, la trayectoria de 25 años y desgraciadamente, se recuerda el fallecimiento de algún compañero.

Si, en términos generales, casi todos los sindicatos/representantes sindicales fallan estrepitosamente en esto, conviene otorgar una mención especial, por lo particularmente negativo. Me refiero lógicamente a los presidentes de la Junta del PAS y el anterior del PDI, casualmente ambos del mismo sindicato. Pero he de reconocer que si bien su ausencia es criticable, no así su coherencia. En el primer caso resulta difícil verlo por el campus en la actividad ordinaria, y en el segundo su labor de representación ha consistido básicamente en representarse a sí mismo.

viernes, 29 de marzo de 2019

Convocadas Elecciones Rectorado UPNA. Por qué no opto a la reelección


He decidido no presentarme como candidato a las elecciones a Rector de la UPNA. No ha sido en realidad una decisión que haya tomado ahora. Lo hice hace cuatro años, al tiempo que concurría como candidato a las elecciones en el año 2015, y ahora simplemente la reafirmo. Dicho esto he de reconocer que llegado el momento no ha sido fácil tomarla. Intentaré explicarme.

Hay un cierto consenso en afirmar que para llevar un proyecto de legislatura adelante cuatro años es un periodo demasiado corto, y ocho demasiado largo. No estoy de acuerdo con ello. Esa premisa, creo, es casi una excusa para no abordar en la primera legislatura aquellos proyectos más complejos y críticos, que puedan comprometer la reelección, para abordarlos si es el caso en la segunda legislatura. Con demasiada frecuencia, una vez se produce la reelección, la sensación de relajo y la falta de presión de una segunda reelección hacen que tampoco esos proyectos se acometan. No conozco ninguna segunda legislatura, ninguna, ni en lo político ni en lo académico, que haya sido mejor que la primera.

En mi caso diseñé un proyecto de legislatura extenso y ambicioso pero que pudiera llevarse a cabo en cuatro años. Creo honestamente que la previsión se ha cumplido. El rodaje previo como vicerrector, y un extraordinario equipo que ha creído y asumido el proyecto y trabajado intensamente han sido fundamentales para ello. También la comprensión y el apoyo explícito o implícito de la comunidad universitaria. Serán esta última, la sociedad y el tiempo quienes juzgarán lo que hemos conseguido.

No ha habido un solo día en que no me haya recordado a mí mismo la decisión de permanecer una única legislatura. Ha sido una forma de reafirmar la idea de que no podía tomar ninguna decisión, o dejar de tomar otras, condicionadas a una posible reelección. Nunca sabré si, caso de presentarme, hubiera sido reelegido, pero esa duda me inquieta menos que la de pensar que siendo reelegido, hubiera rebajado el nivel de la primera legislatura.

En lo personal solo puedo decir que en absoluto me siento cansado, quemado, decepcionado o falto de ideas para continuar. Nada de eso. Ha sido un honor y un privilegio ser rector de esta Universidad, y por encima de situaciones puntuales complicadas e incluso críticas he trabajado a gusto, he aprendido y hasta disfrutado. He recibido mucho más de lo que he dado.

Pero son ya 12 años en el edificio de rectorado como vicerrector o rector, más de lo que nadie ha estado nunca, y eso es mucho tiempo. Casi la mitad de lo que llevo en esta Universidad. Solo una cosa me podía haber hecho cambiar de opinión, y es que no hubiera candidatura a rector o rectora, o que la hubiera de alguien sin la suficiente experiencia, solvencia y talante para serlo. Dado que esto no va a ocurrir, tomo de forma firme esta decisión, en la seguridad de que la Universidad puede quedar en las mejores manos posibles. Espero contar con la comprensión de aquellos que hubieran deseado ver a esta universidad dirigida por mí otros cuatro años.

NOTA: Este es el texto leído en Consejo de Gobierno de la UPNA el 29 de Marzo de 2019, a quien he informado en primera instancia de mi decisión


lunes, 18 de febrero de 2019

La UPNA no tendrá Facultad de Medicina


Tranquilos todos. Que nadie se preocupe o salte de alegría tras leer este título. La Universidad Pública de Navarra ya tiene una “Facultad de Ciencias de la Salud”, que es la que impartirá el Grado de Medicina más pronto que tarde. Y comienzo este artículo de opinión de este modo porque en este debate absurdo que enmaraña y polariza innecesariamente a la opinión pública sobre los estudios de Medicina, uno de los argumentos que se exhibe es que en España sobran Facultades de Medicina. Suelen decirlo especialmente los que ya tienen una cerca, y han peleado por conseguirla. También muchos estudiantes, que ya están dentro, que se han olvidado de que solicitaban un incremento de plazas cuando estaban fuera.

Desde una posición exclusivamente académica y socialmente responsable, que es la que me corresponde, he defendido siempre la necesidad de estudios de medicina públicos en Navarra. Y eso es así principalmente porque no podemos aspirar a tener el sistema público de salud que hoy día necesita Navarra, si éste no tiene a su lado un potente sistema universitario también público que apoye la investigación biomédica y genere, forme y atraiga el talento necesario. Y el ejemplo y la prueba de que eso tiene que ser así lo tenemos muy cerca, también en Navarra, pero en el ámbito privado.

Ésta, formulada de forma tan simple, es la mayor y más poderosa de las razones para defender Medicina en la UPNA. Por eso, enfrascarse en el debate de si sería más barato becar a los estudiantes navarros para que fueran a otras universidades, de si ya tenemos en Navarra una Facultad de Medicina, de si vamos a pagar con nuestros impuestos a estudiantes de otras comunidades, es ni más ni menos que no entender nada, o tratar de confundir. Mutatis mutandi, es el mismo debate que surgió cuando se creó la UPNA. ¿Se opondrán, y equivocarán también, los mismos que entonces lo hicieron?

Ciñéndonos a los argumentos puramente formativos de los estudios de Medicina, formar a 60 estudiantes cada año (es la previsión), ni altera el sistema en Navarra, ni mucho menos el nacional. Y no, ni sobran facultades, ni estudiantes de Medicina. Frente a otros datos interesados, la empleabilidad de los estudiantes de Medicina es del 93%, y el paro el 0,6% en 2014 (no todo es el MIR). La tasa de estudiantes por 100.000 habitantes es de 9, por debajo de la media de la OECD33 (10,6) y lejos por ejemplo de Austria con 19,9. El número de médicos por 1000 habitantes es de 3,2, en niveles parecidos a Noruega, Suiza, Alemania o Austria.

Podría aportar muchos más datos, pero no quiero alejarme del argumento principal. Navarra es una comunidad que ha apostado de forma rotunda por el sector de la Salud como un pilar en su desarrollo social y económico. La Universidad Pública de Navarra lleva tiempo alineándose a esa estrategia y se ha implicado en Navarrabiomed (investigación pública) y en IDISNA (colaboración público-privada). Los resultados ya son apreciados, valorados y reconocidos por muchas entidades y por la sociedad en su conjunto. Los estudios de Grado en Medicina son una condición necesaria para lograr ese fin último de una comunidad con un sistema de salud puntero, que además genere valor económico.

En la Universidad lo tenemos muy claro, y por eso me molesta y decepciona que se siga debatiendo con este asunto desde posiciones espurias y trufadas de apriorismos. La UPNA está poniendo en marcha en un corto periodo 8 nuevos grados, fruto de un serio y riguroso análisis en el que se ha tenido en cuenta la demanda de estudiantes, la empleabilidad de los egresados, la estrategia regional de especialización inteligente (S3) y por supuesto los recursos disponibles. A (casi) todo el mundo le han parecido bien y han aplaudido 7 de esos grados. Me pregunto por qué con uno solo de ellos se está generando tanta presión a la Universidad. Es una pregunta retórica, claro.

NOTA: Publicado en Diario de Navarra y Diario de Noticias el 17/2/19