Ser miembro de la comunidad
universitaria otorga unos derechos y privilegios de los que ningún trabajador
de otra institución pública puede presumir. Notoriamente, el hecho no menor de
influir en su funcionamiento y su destino a través de la elección de sus muchos
órganos académicos, en particular el de su máxima autoridad, el Rector. En
mayor o menor medida, todos somos partícipes y responsables por tanto del
devenir de la institución.
Pero los derechos acarrean
siempre determinadas obligaciones, algunas explícitas, incluso reflejadas
normativamente, y otras implícitas, no escritas, y por tanto de cumplimiento no
obligado y sobrellevadas con cierto relajo.
Dentro de estas últimas se
incluyen, desde mi punto de vista, la participación en aquellos actos
académicos en los que la Universidad muestra a la sociedad su realidad, y los
resultados conseguidos con el apoyo de ésta. De forma destacada, me refiero al
acto de Apertura Solemne de curso, a los
de toma de posesión o promoción de nuevo personal, o también a los actos de
reconocimiento, jubilación, y recuerdo a fallecidos.
Personalmente me gustaría que
muchos más miembros de la comunidad, PAS y PDI acudieran a estos actos. He de
reconocer sin embargo que no siempre resulta sencillo, y que la labor y
compromisos diarios de cada trabajador no lo hacen fácil. Por experiencia sé
que nuestra Universidad es, de las que conozco, una de las que más, por no
decir la que más, invitados internos y externos congrega. Pero al menos sí que
debería esperarse la presencia de todos aquellos que ostentan cargos académicos
y administrativos, o también de representación.
En nuestra Universidad ello es generalmente
así, con la recurrente excepción de aquellos que ejercen la representación
sindical de los trabajadores, ya sean PAS o PDI. Resulta inexplicable que
quienes se atribuyen, por delegación de todos nosotros, la representación y defensa de los
derechos de los trabajadores no tengan a bien acudir cuando se reconoce la
promoción, el nombramiento o, como en el pasado viernes 11, la jubilación, la
trayectoria de 25 años y desgraciadamente, se recuerda el fallecimiento de
algún compañero.
Si, en términos generales, casi todos los sindicatos/representantes sindicales fallan estrepitosamente en esto,
conviene otorgar una mención especial, por lo particularmente negativo. Me
refiero lógicamente a los presidentes de la Junta del PAS y el anterior del
PDI, casualmente ambos del mismo sindicato. Pero he de reconocer que si bien su
ausencia es criticable, no así su coherencia. En el primer caso resulta difícil
verlo por el campus en la actividad ordinaria, y en el segundo su labor de
representación ha consistido básicamente en representarse a sí mismo.