jueves, 4 de octubre de 2012

Más sobre Excelencia en Investigación

En mi última entrada me refería al encuentro de la UIMP sobre la Excelencia en Investigación, sobre el que vuelvo en esta nueva entrada. Resultó significativo que muchos de los ponentes iniciaban su intervención analizando las acepciones y la etimología de la palabra "excelencia", para a continuación intentar acotar qué era la excelencia investigadora. Lo único que pareció claro de todo ello, al menos a mí, es que excelente es lo que sobresale del conjunto, sin que esté nada claro cuánto debe sobresalir y cómo se mide esto. Excelente es por tanto una parte, necesariamente pequeña, del conjunto en que se compara. Un magnífico ejemplo, o contraejemplo más bien, es el programa de Campus de Excelencia Internacional. Después de tres años de convocatorias, no hay prácticamente ninguna universidad (pública) que se haya quedado fuera de un Campus de Excelencia, si bien es verdad que no todos los Campus son de la misma categoría (Regional, Prometedor,..). Es obvio que si todos son de excelencia ninguno sobresale, con lo que tampoco puede ser excelente. Ejemplos similares podemos encontrar en los doctorados con mención de excelencia, y en otras convocatorias que sin llevar ese calificativo, lo asumían implícitamente.
Así que me temo que estas nuevas pretensiones de apostar por la excelencia acaben siendo de nuevo café para todos, con el agravante de que habrán dejado por el camino una gran parte de ofendidos en el colectivo de investigadores, y a todos agotados por someternos al enésimo proceso de evaluación. Para eso sería mucho mejor, como he dicho en otro momento, intentar en primer lugar elevar el nivel global de la investigación de este país y primar especialmente a quien destaque (si antes hemos evitado que se vaya).
Otro ejemplo de excelencia, y este sí que de verdad, es el logrado con los programas ICREA e Ikerbasque, de los que se habló también en Santander. Son dos ejemplos similares que muestran la clara visión y apuesta por la investigación que han tenido en Cataluña y en la CAV. Es tan simple como poner dinero encima de la mesa para contratar a investigadores, sobre todo jóvenes con enorme potencial y aportarles las condiciones necesarias para desarrollar un proyecto a medio plazo, independientemente de su origen, del área de investigación, y del centro al que se incorporen. Cuando la mayoría ha apostado por atraer inversiones que en muchos casos se van, o aportan solo puestos de trabajo a corto plazo, la decisión en estos casos ha ido por traer y anclar verdadero talento con resultados tangibles, eso sí, no a corto plazo. Y con esto no digo que no haya que intentar traer inversiones. Las cifras que aportaron son suficientemente elocuentes. En el caso de ICREA el coste de todo el programa en 2011 fue de 26,2 M€, mientras los fondos obtenidos por los investigadores ICREA fueron 48,4 M€, de los que la mitad aproximadamente provienen de fuera de nuestro país. A ello hay que añadir un buen número de patentes de las que 10 se licenciaron a empresas.
No haré una regla de tres, en función a nuestro tamaño relativo, para ver lo poco que costaría tener un programa así en Navarra.

lunes, 1 de octubre de 2012

La Excelencia en la Investigación

Hace escasas fechas se celebró en Santander, en el marco de los cursos de verano de la UIMP, un encuentro sobre la Excelencia en la Investigación. Como suele ser habitual en estos encuentros, el interés principal, más allá del tema de debate, se derivaba de la presencia de responsables de los Ministerios de Economía y Competitividad, y Educación, Cultura y Deporte. Ya en foros anteriores se venía transmitiendo por parte de estos responsables el mensaje de que en tiempos de pocos recursos como los que vivimos no se puede seguir financiándolo todo y se debe apostar por la investigación de "excelencia". Visto desde la barrera, el argumento de priorizar en tiempos de escasez aquello que es excelente puede resultar plausible. Sin embargo un análisis de la realidad de la investigación española hace que el argumento se debilite. Ciertamente nuestro país había conseguido una amplia base investigadora que le ha colocado en el nivel internacional acorde con su desarrollo económico, al menos en términos de producción científica. Sin embargo no hemos logrado, salvo contadas excepciones, destacar y liderar líneas punteras de investigación. Todo el mundo está de acuerdo en que lograr esto último requiere que esa base esté suficientemente consolidada y alimentada, cosa que por desgracia no ocurre en nuestro país con una trayectoria investigadora todavía muy corta. Recurriendo al símil futbolístico, no es posible generar grandes jugadores estrella si no se parte de una amplia base de jugadores, formados desde tempranas edades, y se espera el tiempo necesario .
Por ello, los efectos de esta decisión pueden ser devastadores para nuestro sistema, y de hecho algunos efectos concretos ya se empiezan a notar. En la convocatoria de proyectos del Plan Nacional han quedado fuera de la financiación un buen número de proyectos de I+D propuestos por grupos con amplias trayectorias que, hasta la fecha, habían venido recibiendo financiación de forma consistente. Es sabido además que el no disponer de un proyecto financiado del Plan Nacional tiene un efecto dominó en otras convocatorias en las que acreditar ese proyecto es condición necesaria. Pero por encima de todo está la desmotivación que esos investigadores senior pueden sentir tras mantener líneas de investigación activas durante un buen número de años y, de repente, ver cómo dejan de ser apoyadas. Para investigadores jóvenes puede suponer aún una desmotivación mayor.
Por ello, parece que tendría más sentido intentar mantener el sistema de ciencia financiado en toda su base, manteniendo los mismos criterios de calidad utilizados hasta la fecha, aún con una financiación menor. Los grupos y centros más potentes siempre tendrán mejores opciones de obtener financiación en convocatorias europeas.
Pero en el fondo, todo el debate sobre la financiación sigue ocultando los verdaderos problemas estructurales que aquejan a la investigación en España, y muy en particular a las Universidades, como mayores productores de ciencia en nuestro país. Ya casi nadie cree que la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, y una de sus hijas, la Agencia Estatal de Investigación vayan a arreglar gran cosa, totalmente anuladas en la práctica por los corsés de la LOU, la legislación laboral (a la que se ha añadido la casi imposibilidad de contratar nuevo personal), Ley de Extranjería y un sinnúmero de trabas de todo tipo. Este periodo de crisis sería una buena oportunidad para intentar arreglar todo esto aunque, a la vista de cómo está legislando este gobierno, casi mejor que no toquen nada.