martes, 24 de abril de 2012

Proyecto Mid-Frail y divulgación científica

Es una buena noticia que un proyecto en el que participa la Universidad Pública de Navarra, en este caso dirigido por el profesor Mikel Izquierdo, aparezca reseñado en medios de comunicación como El País o el Boletín Madri+d. A la calidad e interés del proyecto se une que se trata de un tema relacionado con la salud, en particular de las personas mayores, que lo hace más atractivo para el gran público.
Aunque esta última circunstancia no se da en muchos casos, sí que es cierto que en todos los campos de investigación es posible presentar resultados y proyectos solo inteligibles en su totalidad para expertos, de una manera comprensible para la mayoría. En esto los investigadores debemos hacer un esfuerzo para mostrar los resultados de nuestro trabajo de una forma menos técnica y más accesible. Es parte de nuestra obligación con la sociedad y, en ultima instancia, puede suponer una mejora de nuestra imagen y un retorno para nuestras investigaciones.
El miércoles pasado tuvimos en la UPNa una reunión con investigadores y profesores interesados en actividades de difusión y divulgación científica donde se debatieron estas cuestiones. Surgieron algunas ideas y propuestas interesantes que intentaremos poner en práctica, y que se sumarán a otras muchas actividades que se vienen desarrollando.

martes, 17 de abril de 2012

Los argumentos del ministro Wert

Me permitiré utilizar en este caso, y sin  que sirva de precedente, una expresión muy común en los programas del corazón cuando algún invitado quiere decirle a otro que miente. No sé si la expresión se usa porque queda más fino, o porque con eso se puede evitar una acusación por calumnias. En todo caso y ante datos y argumentaciones sobre el sistema universitario español más propias de tertuliano que de un Ministro de Educación, solo queda responderle con otra frase de tertulia: "eso es incierto". Eso es lo que, con datos ciertos y argumentos sólidos, se le dice implícitamente en el magnífico artículo de José Antonio Pérez y Juan Fernandez Armenteros publicado en El País.

Por cierto en todo el argumentario del Ministro, la investigación ni está ni se le espera.

miércoles, 11 de abril de 2012

Campus de Excelencia-Las formas también importan




















Tal como, de forma algo irónica, comentaba en mi entrada anterior, la financiación de la mayoría de Campus de Excelencia ha pasado a mejor vida debido al incumplimiento de los criterios de estabilidad presupuestaria por parte de las Comunidades Autónomas correspondientes, amén de le reducción de presupuestos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

No quiero resultar destructivo sobre una iniciativa que nació bienintencionada, y que creo está produciendo efectos positivos sobre el sistema universitario. En nuestro caso, soy además un firme convencido de que el proyecto Iberus va a tener un enorme impacto en las universidades que participamos en él, y para ello estamos dedicando importantes esfuerzos.

Sin embargo las dudas surgen cuando uno se pregunta si para llegar a este punto era necesario semejante "montaje". Las universidades, y también los ministerios correspondientes, hemos invertido un enorme esfuerzo en términos de horas de trabajo y en recursos económicos para conseguir cantidades económicas que, siendo generosos, pueden calificarse de modestas. Eso sin olvidar que se trata de créditos que hay que devolver. La gestión de los fondos no es, para variar, fácil, y las universidades que han tenido que pasar por el calvario de las justificaciones pueden acreditarlo.
Estoy seguro de que si alguien se tomara la molestia de calcular los costes de todo lo invertido, resultaría una cantidad nada despreciable con relación a lo obtenido (insisto, como créditos).

En todo caso, un aspecto importante del programa CEI que me gustaría comentar aquí tiene que ver con ciertos aspectos formales del proceso: las evaluaciones y justificaciones recibidas desde la comisión que evaluó los proyectos presentados eran de una pobreza notable, y no era acorde con la envergadura de los proyectos presentados . Los actos públicos de presentación de proyectos se parecían más a un concurso tipo "Tú sí que vales", que a un acto académico (con jurado ausente en algún caso), en los que muchos universitarios nos sentimos avergonzados. Y como último ejemplo, la carta que adjunto: ni se nombra al Rector, ni a la Universidad, ni a la Comunidad Autónoma. Es una carta tipo, igual para todos, con firma escaneada. ¿Es serio decirle de este modo a un Rector, a su Universidad, y a su Comunidad Autónoma, que deja de financiársele un proyecto tan importante como este?. Las formas son en la vida muy importantes porque reflejan la consideración que del otro tiene quien las utiliza.



miércoles, 4 de abril de 2012

Caramelos para universitarios


En una reciente jornada de la Fundación General CSIC con el título "¿Cómo Medimos la Ciencia?", uno de los ponentes mostraba unos datos en los que, según su interpretación, el aumento de la productividad científica española en términos de artículos en revistas indexadas se debía mucho más a los “sexenios”, que al dinero destinado directamente a la investigación que en realidad solo ha crecido de forma significativa en este siglo. Lo curioso es que el incentivo en cuestión siempre ha supuesto para los investigadores mucho más una cuestión de prestigio que de remuneración económica. No por casualidad a los sexenios se les llamó desde un principio “gallifantes”, en referencia a los premios otorgados a los participantes en un concurso infantil que consistían en un muñequito. El término ya no se usa tanto, fundamentalmente porque los investigadores más jóvenes ni siquiera han oído hablar de este concurso presentado por Sardá.
Los sexenios son un buen ejemplo de cómo con unos pocos gallifantes o caramelos como incentivo los investigadores de este país, muy en especial los universitarios, hemos sido capaces de seguir la dirección que se nos marcaba, y con un coste económico muy bajo. En realidad, y desde un punto de vista salarial, los sexenios solo suponían a quien los conseguía cierta recuperación del poder adquisitivo perdido por subidas de sueldo siempre por debajo del IPC. Estoy seguro de que si en lugar de exigir publicaciones para obtener sexenios, se nos hubiese pedido, por ejemplo, registrar patentes, en este momento España sería uno de los países con mejor índice de patentes del mundo.
Pero el caramelo más reciente (de tamaño adoquín aragonés), ha venido de la mano de los Campus de Excelencia. En este caso nos daban un caramelo que nos podíamos comer, a ser posible agregadamente entre varios, con la condición de devolver otro, un poco mayor, cuando fuéramos mayores y personas excelentes. Como buenos chicos, nos hemos puesto de acuerdo para gestionar bien ese caramelo y que, a pesar de no ser muy grande, nos dure unos cuantos años. Mientras lo íbamos relamiendo lentamente, hemos conseguido tras alguna disputa inicial por el reparto, hacernos buenos amigos, e incluso hacer planes de futuro juntos. Claro, que no éramos conscientes de que, mientras nos empleábamos en el caramelo, nos han cambiado el profe. El nuevo profe, al que preocupan mucho las cuentas del cole, ha decidido que es mejor que le devolvamos el caramelo a medio chupar, y volver a envolverlo, no sea que le reprendan desde la dirección. Y eso que nuestros papis le habían asegurado que cuando fuéramos mayores les devolveríamos otro caramelo igual, un poco más grande.
Lo cierto es que, lejos de montar la marimorena, nos lo hemos tomado con resignación y hemos pensado que, ya que nos habíamos hecho tan amigos gracias al caramelo, vamos a seguir con nuestros planes de futuro juntos.
Hasta ahora ha sido aparentemente muy fácil, y rentable a pesar de lo que muchos dicen, movilizar a las Universidades con tan poca cosa. El problema es que ya nos han saturado de chuches, y lo peor, estamos cansados de que se nos engañe como a niños. ¿Alguien se imagina lo que se podría conseguir si, en lugar de darnos y, hasta solo enseñarnos caramelos, se pusieran medios y se orientaran en la dirección adecuada?. Claro que para eso hay que saber qué país se quiere y qué universidades éste necesita, y me temo que se está aún lejos de saberlo.