miércoles, 11 de abril de 2012

Campus de Excelencia-Las formas también importan




















Tal como, de forma algo irónica, comentaba en mi entrada anterior, la financiación de la mayoría de Campus de Excelencia ha pasado a mejor vida debido al incumplimiento de los criterios de estabilidad presupuestaria por parte de las Comunidades Autónomas correspondientes, amén de le reducción de presupuestos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

No quiero resultar destructivo sobre una iniciativa que nació bienintencionada, y que creo está produciendo efectos positivos sobre el sistema universitario. En nuestro caso, soy además un firme convencido de que el proyecto Iberus va a tener un enorme impacto en las universidades que participamos en él, y para ello estamos dedicando importantes esfuerzos.

Sin embargo las dudas surgen cuando uno se pregunta si para llegar a este punto era necesario semejante "montaje". Las universidades, y también los ministerios correspondientes, hemos invertido un enorme esfuerzo en términos de horas de trabajo y en recursos económicos para conseguir cantidades económicas que, siendo generosos, pueden calificarse de modestas. Eso sin olvidar que se trata de créditos que hay que devolver. La gestión de los fondos no es, para variar, fácil, y las universidades que han tenido que pasar por el calvario de las justificaciones pueden acreditarlo.
Estoy seguro de que si alguien se tomara la molestia de calcular los costes de todo lo invertido, resultaría una cantidad nada despreciable con relación a lo obtenido (insisto, como créditos).

En todo caso, un aspecto importante del programa CEI que me gustaría comentar aquí tiene que ver con ciertos aspectos formales del proceso: las evaluaciones y justificaciones recibidas desde la comisión que evaluó los proyectos presentados eran de una pobreza notable, y no era acorde con la envergadura de los proyectos presentados . Los actos públicos de presentación de proyectos se parecían más a un concurso tipo "Tú sí que vales", que a un acto académico (con jurado ausente en algún caso), en los que muchos universitarios nos sentimos avergonzados. Y como último ejemplo, la carta que adjunto: ni se nombra al Rector, ni a la Universidad, ni a la Comunidad Autónoma. Es una carta tipo, igual para todos, con firma escaneada. ¿Es serio decirle de este modo a un Rector, a su Universidad, y a su Comunidad Autónoma, que deja de financiársele un proyecto tan importante como este?. Las formas son en la vida muy importantes porque reflejan la consideración que del otro tiene quien las utiliza.



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