lunes, 1 de octubre de 2012

La Excelencia en la Investigación

Hace escasas fechas se celebró en Santander, en el marco de los cursos de verano de la UIMP, un encuentro sobre la Excelencia en la Investigación. Como suele ser habitual en estos encuentros, el interés principal, más allá del tema de debate, se derivaba de la presencia de responsables de los Ministerios de Economía y Competitividad, y Educación, Cultura y Deporte. Ya en foros anteriores se venía transmitiendo por parte de estos responsables el mensaje de que en tiempos de pocos recursos como los que vivimos no se puede seguir financiándolo todo y se debe apostar por la investigación de "excelencia". Visto desde la barrera, el argumento de priorizar en tiempos de escasez aquello que es excelente puede resultar plausible. Sin embargo un análisis de la realidad de la investigación española hace que el argumento se debilite. Ciertamente nuestro país había conseguido una amplia base investigadora que le ha colocado en el nivel internacional acorde con su desarrollo económico, al menos en términos de producción científica. Sin embargo no hemos logrado, salvo contadas excepciones, destacar y liderar líneas punteras de investigación. Todo el mundo está de acuerdo en que lograr esto último requiere que esa base esté suficientemente consolidada y alimentada, cosa que por desgracia no ocurre en nuestro país con una trayectoria investigadora todavía muy corta. Recurriendo al símil futbolístico, no es posible generar grandes jugadores estrella si no se parte de una amplia base de jugadores, formados desde tempranas edades, y se espera el tiempo necesario .
Por ello, los efectos de esta decisión pueden ser devastadores para nuestro sistema, y de hecho algunos efectos concretos ya se empiezan a notar. En la convocatoria de proyectos del Plan Nacional han quedado fuera de la financiación un buen número de proyectos de I+D propuestos por grupos con amplias trayectorias que, hasta la fecha, habían venido recibiendo financiación de forma consistente. Es sabido además que el no disponer de un proyecto financiado del Plan Nacional tiene un efecto dominó en otras convocatorias en las que acreditar ese proyecto es condición necesaria. Pero por encima de todo está la desmotivación que esos investigadores senior pueden sentir tras mantener líneas de investigación activas durante un buen número de años y, de repente, ver cómo dejan de ser apoyadas. Para investigadores jóvenes puede suponer aún una desmotivación mayor.
Por ello, parece que tendría más sentido intentar mantener el sistema de ciencia financiado en toda su base, manteniendo los mismos criterios de calidad utilizados hasta la fecha, aún con una financiación menor. Los grupos y centros más potentes siempre tendrán mejores opciones de obtener financiación en convocatorias europeas.
Pero en el fondo, todo el debate sobre la financiación sigue ocultando los verdaderos problemas estructurales que aquejan a la investigación en España, y muy en particular a las Universidades, como mayores productores de ciencia en nuestro país. Ya casi nadie cree que la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, y una de sus hijas, la Agencia Estatal de Investigación vayan a arreglar gran cosa, totalmente anuladas en la práctica por los corsés de la LOU, la legislación laboral (a la que se ha añadido la casi imposibilidad de contratar nuevo personal), Ley de Extranjería y un sinnúmero de trabas de todo tipo. Este periodo de crisis sería una buena oportunidad para intentar arreglar todo esto aunque, a la vista de cómo está legislando este gobierno, casi mejor que no toquen nada.

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